Miércoles, 9 de noviembre

Hoy tengo la suerte de pillar un periódico, aunque sea del viernes. Y digo que soy un afortunado, porque los dos ejemplares, en ocasiones uno, que llegan al módulo, suelen desaparecer desde el momento de su arribo a la pecera de los funcionarios. Si algún avispado lo consigue arrebatar una vez lo han leído ellos, el periódico termina sucio, lleno de lamparones y arrugado sobre alguna silla del salón. Aquí nada carece de valor, desde una simple hoja de papel arrugada, un Bic mordisqueado y una lata vacía de refresco, hasta una colilla fumada, babeada y roída; todo tiene un valor en estos patios.

Y hoy he sido yo el ganador de la pedrea: el ABC de fecha 4 de noviembre de 2011. Voy a pillar noticias frescas, aunque sean en este diario, ya que aún no me ha llegado la puta tele, aunque la pedí hace dos semanas; eso sí, descontar el valor del aparatito del peculio, eso ya lo han hecho. Cuando termine de hojear el periódico, la reclamaré por instancia.

Bueno, comienzo a leer y me quedo a cuadros cuando doy con una noticia que nos afecta a los putos presos. Resulta que el magistrado Pedreira, ha denegado la libertad provisional que habían solicitado los abogados de Correa, porque la pulsera telemática que pedían los letrados –y que por lo que me cuenta el gallego solo la otorgan a los que están ya en tercer grado-, no es suficientemente fiable, y el pájaro en cuestión podría volar de España. Entonces yo, que apenas sé de leyes ni de rollos penitenciarios salvo lo que veo y oigo desde que entré a este antro, me pregunto:

1º ¿Por qué solicitan una medida de control para este pajarraco que está destinada solamente a los internos de tercer grado? Claro, la respuesta esta clara: por las influencias que tiene er nene y los primeros espadas de abogados que paga con el dinero sisado.

2º ¿Por qué I.I.P.P. están utilizando una pulsera telemática que según el juez Pedreira no es fiable? Eso quiere decir, que cualquiera que la use se puede pirar de casa cuando quiera y nadie se pispa? Joder, estos dimes y diretes no los entiende ni la madre que los parió.