Martes, 21 de febrero

Bueno, para terminar con el rollito de la visita del finde, mi madre se acercó con Tato, y la verdad, me hizo mazo de ilusión. Al tío lo vi de putísima madre, tó maqueado y con buen color –dice el hijo de puta que ha estado esquiando con una titi en los Alpes-, y me lo viene a contar a mí, que lo más parecido que aquí tenemos con los Alpes es el puto frío que nos come los huesos, y que cuando quitan la calefacción nos traspasa la carne como si fueran rayos x. 

Y además de contarme el cuento de los Alpes y de su ligue, me suelta, que se ha hecho con un Jaguar descapotable, preparando la temporada de primavera. ¡Será cabrón!

Al final, cuando se fueron, me puse a llorar, pero no de la tristeza por su ausencia, sino de la puta rabia al ver lo gilipollas que algunos somos, y de cómo se lo montan otros. Eso sí, éstos vendiendo armas por millones, y por millones que matan, y encima les pagan y cuelgan condecoraciones, y uno, por vender unas mierdas de posturas -ya veremos cuantos años me caen, pero presiento que a pares y no me va dar para contarlos con los dedos de una mano- nos joden vivos. No obstante, la visita de mi vieja y de mi compi de clase, me trajo un soplo de aire fresco de la calle.

Hoy he recibido una carta de Paula, perfumada, pero con una mala hostia en su contenido, que el perfumazo en lugar de ponérmela morcillona, me la achicó hasta no divisarla por encima de mi incipiente tripilla. Porque hay que joderse, qué encima de no hacer nada, me aparezca una tripa que nunca tuve. Claro, solo camino y voy poco al gimnasio, además de todas las birras Sin que me zampo, así no es de extrañar que todo eso salga por algún lado.

El caso es que la Paula me vuelve a presionar, esta vez con lo del vis y pidiéndome peculio, ya que su madre no le puede enviar por el momento. Y qué cojones quiere, ¿qué yo le pida a la mía para dárselo a ella? No sabe nada la pelandrusca esta, aunque tengo que reconocer, que ponerme, me pone mazo.