Martes, 17 de abril

Mis compis íntimos ya me están organizando la despedida. Los del destino, especialmente Luis, me han regalado un trabajo en hilo. Es un cuadro de Picasso, de una mujer, algo más pequeño que un folio, pero hecho con estilo, con conocimiento. Es que Luis aprendió en prisión a realizar manualidades, cosa que no había practicado jamás en libertad. Y el hilo se le da especialmente bien. 

Me cuenta, que hace unos años en la prisión de Navalcarnero, un argentino llamado Gorosito, montó un taller de hilo, enseñó a una docena a trabajarlo y, con posterioridad, se propuso la ingente tarea de crear el Guernica de Picasso en tamaño natural. La peña, los funcionarios y la Junta se descojonaron, pero por quitárselo de encima -el menda era un pesaó de los cojones-, le autorizaron crear el taller.

Al cabo de un año terminaron esa obra de arte, de idéntico tamaño al original y con los mismos colores, hasta con una mayor profundidad debido a la textura del hilo. Le hicieron un gran bastidor de madera y lo colgaron en una de las paredes del salón de actos, y para la presentación ante la prensa, acudió la misma Mercedes Gallizo, que por aquel entonces era la secretaria de Instituciones Penitenciarias.

Los del módulo, pues cada cual, de los que están al tanto de mi partida, se ha descolgado con un detallito, pero sobre todo, con varios aperitivos de birra Sin y enlatados con patatas fritas. 

La verdad es que a más de uno lo voy a echar de menos, aunque como comentan los talegueros de pro, al cabo de algunos meses te olvidas de toda la peña y no quieres oír hablar de cárcel ni de coñas. Ya veremos si eso es cierto o son las típicas habladurías talegueras. Por lo pronto, el jueves no voy a ir al curso, ya que no quiero encontrarme a la Paula, o quizás para ese día ya me hayan pagado mis padres la fianza. El cabrón del abogado dijo una semana, y la semana cumple el jueves.

A ver que pasa.