Viernes, 27 de mayo

Se ha liado. No me pilla desprevenido, aunque si me sorprende. Todo se ha desarrollado de una manera inmediata. Y lo que si me llama la atención, son los tentáculos con los que cuenta el Bach en todo el centro; no lo imaginaba.

El caso es que Bach, le había dado de tiempo a Regis hasta el día de ayer para hacer el pago de la merca que le envío a principios de semana. Aunque después de la reacción que tuvo el compi conmigo en el patio, me quedé esperando la tormenta. Pero aún desconozco el funcionamiento de los tiempos aquí, por lo que lo sucedido esta mañana me ha cogido por sorpresa; ha sido una respuesta fulgurante.

Parece ser, que después del desayuno Regis quedó con dos mendas en el tigre del patio. La cita era para colocarse. Pero uno de ellos es un ruina llamado el Boinas, uno que debe muchos favores al Bach, además de recibir de tanto en tanto alguna postura por la face. Lo que me ha contado mi compi de destino esta tarde, es que el Regis se hallaba calentando el aluminio acuclillado junto a sus dos compis de consumo, cuando uno de ellos, el Boinas, extrajo de su bota un pincho y le asesto tres pinchazos invisibles en la zona lumbar. Y digo invisibles, porque lo pincho tan rápido, tan contundente y de manera tan profesional, que ni el mismo Regis se percato de la agresión recibida, sino es porque el tercero en discordia gritó:

-Joder, compi, tás sangrando como un gorrino.

-Esto de parte del Bach, y que sueltes la manteca antes del finde. Tás advertido. Ah, y nada de ir de bocas con los jichos –le largó el Boinas mientras se levantaba y abandonaba el tigre.

De inmediato, el otro y Suarez, que se encontraba trapeando, buscaron alcohol y alguna venda y lo curaron de urgencia ahí mismo.

Nadie se percató de su estado cuando salió al patio. Tampoco fue a llorar a los funcionarios. Tan solo se aferraba cada tanto la zona herida con las manos. Se comportó como un taleguero de pro, como un hombre. Nadie dijo nada, solo los comentarios flotaban por ahí.