Submitted by jorge on Mon, 23/05/2011 - 08:31
Lunes, 23 de mayo
Bueno, no ha ido todo lo mal que podía haber ido. El sábado llegó la fiera amansada. Esto provocó que deseara hablar con ella, que la observara con mirada tierna, y de deseo. La tranquilicé, y le prometí que buscaría algún tipo de solución a los problemas económicos, aunque fuera parcial. Ella lo duda.
-Sí, que sí, Pati, que me deben un dinero que…
No me dejó terminar. Le pidió a mi madre que saliera de la cabina.
-No quiero más dinero sucio. Por él estamos en esta situación, Javier. No quiero eso. Busca otra posibilidad.
Y con esto se terminó el idilio entre cristales. Sin embargo, no volvió a la carga en toda la comunicación. Pude hablar con ella y con la vieja de manera distendida, y terminé con un empalme de aquí te espero. De camino al módulo, y sintiendo la polla aún dura rozando el pantalón, me acordé que tenía que comprobar las fechas de los vis de este mes. Uno, el familiar, era para el jueves o el viernes, no recordaba bien. El de a buten, el íntimo, para la semana siguiente, si no recuerdo mal, para el lunes.
El domingo pude llamar a mi contacto de antes. El kurdo me volvió a prestar el móvil. Por fin me habían localizado el número de Héctor, mi proveedor colombiano. El menda me lo pasó. Llamé. De inmediato reconocí la voz del colombiano.
-Alo, ¿quién habla?
-Héctor, soy yo, Javier, ¿cómo te va, tío?
-¿Javier… Javier?
-Sí, tu amigo de…
-Qui hubo mi hermano, qué es la vaina, cómo le ha ido, bla, bla, bla…
Le expliqué mi situación. Agradeció mi silencio y prometió darme algún tipo de solución al problema. Sí así lo hacía, le comenté, le pasaría los datos de mis mejores clientes, de esos de cantidades de hasta los cien gramos. Me dijo que tranquilo, que ya me diría. Que lo llamara en un par de semanas. Ahora tendría que esperar acontecimientos.