Submitted by jorge on Fri, 13/05/2011 - 08:21
Viernes, 13 de mayo
Mientras desayuno regurgito lo que maquiné anoche. He de llamar a Héctor, pero desde el teléfono del patio no puedo. Son llamadas de cinco minutos y autorizadas. Sé que algunos tienen móviles. Edu, con anterioridad a que tuviera la movida, también tuvo uno, pero a raíz del parte se deshizo de él, no fueran a pillarlo y colocarle un marronazo que te cagas. Le pregunto si conoce a alguien que tenga uno y me indica con la cabeza a dos. Uno es un violeta y el otro un moro. Ni de coñas le contesto. Él se ríe. Me comentó en su día que el violeta es una perra chivata con el que nadie está a salvo y el moro es una rata y poco de fiar.
Salgo a caminar. Quizás si se lo pidiera a Bach, que de seguro tiene, me lo haría llegar a este módulo, pero a cambio le tendría que comentar algo del colombiano para su propio beneficio, y de eso nasti de plasti. Mi familia está antes que nada.
Al rato se me pega el kurdo. Trae dos cafés. Uno del que sorbe, un cortado, para él; el otro, con leche, para mi sorpresa es para mí. Se lo agradezco de corazón. Él no se da por aludido. Solo comenta:
-Tú ayer jodido. Yo darte café para alegrar cara.
Después de dar unas vueltas, se me ocurre preguntarle entre pensamiento y pensamiento, y como quién no quiere la cosa.
-Tú no sabrás quién pueda tener un móvil en este módulo, ¿verdad?
No responde. Seguimos patieando, yo por dentro, él por fuera, por lo que tiene que apretar el paso para mantenerse a mi vera.
Pasan las horas. Ya estamos en la cola de la comida. El kurdo llega desde atrás.
-Yo tener uno. Nadie sabe. Yo prestar tú mañana. No hablar con nadie mío teléfono.
Y con estas palabras retrocede en la cola y me deja con expresión de pardillo. Joder con el kurdo de los cojones, él que no habla con nadie, él que aparenta no enterarse de nada, tiene un móvil en el chabolo. Qué otras sorpresas guardará el cabrón del kurdo…