Submitted by jorge on Mon, 06/06/2011 - 08:11
Lunes, 6 de junio
Este domingo he ido a misa a curiosear, y también, porque me estaba amuermando en el módulo. Joder, con los fines de semana. A las doce han venido a buscar a los de misa. Pregunto si tengo que estar apuntado, me dicen que sí, pero que bueno, que no importa. Así que me permiten la salida.
Cuando llegamos al sociocultural y nos conducen como borregos a la capilla, sita en un aula de estudios multiusos, y veo al pobre Jesús en la cruz, arrinconado en un extremo del aula mientras las monjitas reparten cigarrillos y caramelos al personal a fin de endulzarles la ceremonia, me quedo pasmaó.
Ahí me encuentro a la flor y nata del lameculerío del talego, a todos los violetas y perrancas de los módulos, a las ratas, a las chivatas, y… a algunos creyentes de verdad, en especial, a los latinoamericanos. Esos sí van a rezar a su Diosito y a su Virgensita María Auxiliadora, pero de verás. Los demás, quizás exceptuando algunos nacionales mayores y también creyentes, asisten a ver que pillan, quizá unos cigarrillos, y a trapichear con los compis de otros módulos.
Así me encuentro a más de un machaca del Bach que me saluda efusivamente. Le envío saludos al kie y lo emplazo, por medio de sus machacas, a encontrarnos al siguiente domingo en este mismo lugar.
Cuando el padre Ángel da por finalizado el culto y todos nos reunimos en grupillos para terminar de cerrar tratos y apretones de manos, veo que un compi se acerca al curita y que éste le entrega un paquete por debajo de cuerda.
-Este es el reproductor que te envía tu madre. Anda, que no se entere nadie y llámala, que bastante esfuerzo ha hecho la pobre mujer para comprártelo.
Con posterioridad me entero, que el buen sacerdote colabora con algunas familias a entrarles objetos prohibidos por el centro que no implican mayor riesgo. Descubro uno de los canales de introducción y salida subrepticio de productos inocuos, aunque sancionados.