Submitted by jorge on Mon, 28/08/2017 - 06:24
Las Administraciones Penitenciarias venden sus programas y proyectos de Reinserción para los presos como la panacea para la reinsertación de dichas personas privadas de Libertad a la vida en la calle.
Algunos de estos programas están bien estructurados, otros logran la atención de algunos reclusos que acuden a las aulas, pero ninguno de ellos sirve ni consigue sus fines si los internos a los que van dirigidos no están convencidos de su utilidad, de su necesidad y de lograr con ello algo en el futuro.
Sin embargo, el apoyo psicológico que muchos presos reciben de sus familias, de sus parejas, de sus hijos, de los voluntarios y maestros que entran, en muchos casos, de manera desinteresada en los centros a proporcionales una “miaja” de aire de Libertad y, también, de personalidades como el Papa, quizás ayuden de una manera más contundente a estas personas, que todos los programas de Reinserción proporcionados por las diferentes Administraciones Penitenciarias de cada país.
Y en este caso nos referimos al Papa, porque además de su visitas anuales a diversos penales y centros de detención en el mundo, nos venimos a enterar que periódicamente llama por teléfono a algunas prisiones argentinas para hablar con los promotores de proyectos dirigidos a los presos y con los propios reclusos, para conocer su situación y los progresos que en dichos programas van haciendo.
Es el caso del Centro de Estudiantes Universitarios del Conjunto Penitencial Federal de Ezeiza, Argentina, donde todos los domingos el Pontífice llama por teléfono para preocuparse de las actividades realizadas en este centro, como son talleres ocupacionales, de oficios, de arte y, ahora, uno nuevo, de música.
No tratamos con esto de ensalzar la labor de la Iglesia Católica en general, pero si la de un Papá que encuentra el tiempo para desplazarse o llamar a personas carentes de Libertad y necesitadas de cariño, autoestima, confianza y, porque no, de Apoyo Espiritual.