Submitted by jorge on Fri, 04/11/2016 - 06:48
No nos llama tanto la atención que la Justicia quiera aplicarles una condena de cárcel por el “acto delictivo” cometido –aunque para nuestra mentalidad occidental es no solo una decisión arcaica, sino demencial corriendo los tiempos que corren- sino que sea un familiar directo de una de las “delincuentes” el que la denuncie ante la Justicia Marroquí.
Es común que en países asiáticos musulmanes sean los familiares consanguíneos los que maltraten, hieran y maten a sus mujeres e hijas por infidelidades cometidas o, por tan solo, negarse a tomar en matrimonio al hombre que sus padres han elegido para ellas.
Y en este nuevo caso de de irracionalidad, un familiar, de manera subrepticia cual rata de alcantarilla, tomó unas instantáneas a unas jóvenes de 16 y 17 años respectivamente besándose -una de ellas era parte de su familia-, para en lugar de tratar el tema y tomar las represalias de manera discreta y en el entorno del hogar, denunciarlo ante la Justicia del Gobierno Marroquí, a sabiendas que la chica pueda acabar en prisión pagando una pena de un par de años.
Si bien la homosexualidad está castigada por el Código Penal Marroquí en su artículo 489 con hasta tres años de cárcel, el que se trate con la misma vara de medir a dos menores y por un solo beso con otros delitos sexuales, nos parece desproporcionado y fuera de toda lógica.
Después dirán que Marruecos es un país avanzado, pero si Occidente lo trata como un igual, tan solo es por su situación geoestratégica y por tener en su Gobierno un aliado que ha creado una barrera entre África y Europa al terrorismo islamista.