Submitted by jorge on Thu, 21/01/2021 - 06:26
Se trata de una historia donde observamos con claridad la injusticia de la misma Justicia y de la propia Ley, máxime, cuando se trata de una temática muy delicada y que en pleno siglo XXI debería estar solventada y legislada con ecuanimidad.
Una niña de 13 años, residente en un poblado pobre de la región de Mérida, Venezuela, quedó embarazada de su vecino de 52 años que la violó en reiteradas ocasiones hasta que la madre de la menor percibió su estado de gestación.
Fue entonces, a los 3 meses de embarazo, cuando junto a su madre acudió a la Educadora Social de la zona, ya que en Venezuela está penalizado el aborto con años de prisión, por lo que, a falta de poder acudir a un hospital, se dirigieron a la oficina de la educadora, Vanesa Rodríguez.
Ésta, ante la juventud de la niña, no tener suficientemente desarrollado el útero para un parto y haber sido un embarazo fruto de reiteradas violaciones, le dispensó una píldora abortiva para cortar de cuajo el embarazo.
Su madre, a la vez, se trasladó al cuartel de la Policía a denunciar al vecino violador, pero para su sorpresa, fue detenida al igual que la Educadora Social, la madre por Asistir a un Aborto y la educadora por los delitos de Asociación para Delinquir y por provocar el aborto de una mujer con su consentimiento.
Aquí aparece la sinrazón de la Justicia, porque la madre permaneció 22 días encarcelada, la Educadora Social pasó 3 meses en la cárcel para después ser enviada a un arresto domiciliario a la espera de un juicio en la que la podrían condenar a 12 años de prisión, mientras el V-I-O-L-A-D-O-R reiterativo de la niña y de 52 años, estuvo detenido 48 horas para, después de esas horas, ser puesto en Libertad por falta de pruebas, aunque días después huyó para evitar un posible proceso a posteriori.
¡Qué vergüenza y qué sinrazón!
Muchas asociaciones y Ongs de Venezuela luchan desde años atrás para lograr la despenalización del aborto “al menos, en relación con tres causales consideradas humanitarias para la interrupción voluntaria del embarazo: por violación, inviabilidad del feto y peligro de vida de la madre, este último permitido en teoría, pero sin protocolo establecido”.
Esperemos evitar situaciones tan injustas y dolorosas como la de esta niña y que este país suramericano sigue la estela de otro que acaba de lograr esta meta, Argentina.
Y qué decir del violador, una condena firme y larga es lo que merece y para pruebas, el embarazo de la niña y la comprobación por medio del ADN del feto de la paternidad de este salvaje.