Submitted by jorge on Mon, 12/11/2018 - 06:45
Quería privacidad, que los Medios de Comunicación no importunaran a sus visitas ni a los compañeros que salían de permiso, que su mujer entrara directamente a los Vis a vis sin hacer la cola, que ningún compi lo asaltara por el patio preguntándole sobre su caso o su entorno familiar o que le pidieran tal o cual cosa, sí, eso es lo que buscaba Iñaki Urdangarín cuando eligió un módulo solitario en la prisión de mujeres de Brieva en lugar de uno de hombres donde compartiría patio y celda, y la encontró, encontró esa Privacidad tan soñada.
Pero esa P-R-I-V-A-C-I-D-A-D significa también Soledad, Soledad durante las 24 horas del días, 7 días a la semana, 30 al mes, 365 al año, solo interrumpida por los 2 Vis a Vis de su mujer al mes, además de las visitas de su abogado y, quizás, de alguno de los pocos amigos que aún le quedan.
Porque compartir un patio con otros compis significa posibles problemas, posibles peleas, posibles sablazos de dinero, pero también compañía, conversación, juegos de azar, deporte, cursos, eventos y hasta las misas dominicales para charlar con alguno de otro módulo, etc.
Ahora Urdangarín corre solo diariamente alrededor del patio como tigre enjaulado, como desesperado durante varias horas al día hasta quedar extenuado, también ve la televisión a solas, lee y acude 3 veces a la semana al polideportivo, pero a solas, mientras ruega a los funcionarios que lo custodian que le hablen para evitar caer en la locura, eso sí, sin que entren a dilucidar el tema de su sumario, de sus mangoneos económicos, de su familia, del Rey, es decir, de todo lo que le rodea o rodeaba: que le hablen de fútbol, del tiempo, de coches, hasta de política, pero poco más.
Siempre hemos sido proclives a cumplir la pena en un módulo al uso, ni siquiera los de Respeto nos convencen dado el chivateo y mamoneo existente, ya que en un módulo “normal” tratas con todo tipo de internos, acudes a todas las actividades, trabajas en destinos y talleres, cuentas con las comunicaciones y llamadas telefónicas autorizadas y llevas una vida “normalizada”, con sus pros y sus contras, dentro de prisión.
Esa aparente Jaula de Oro de Urdangarín no la queremos ni se la deseamos a nadie: la Soledad en la Sociedad diaria es dura, en prisión, insoportable.