Submitted by jorge on Thu, 10/12/2015 - 06:51
Argentina lleva años desarrollando programas de estudios universitarios en las prisiones, y las estadísticas de dicho proyecto demuestran que el 85% de los presos que estudian una carrera en prisión, y que la mayoría termina una vez sale en libertad, no vuelve a delinquir, no reincide en el delito.
En dicho país la universidad ha logrado crear en algunas cárceles espacios libres para el estudio, donde las rejas se transforman en anaqueles de libros y los funcionarios en docentes.
“No es el castigo lo que transforma la conducta humana, sino la educación. La universidad no solo aporta una herramienta laboral, sino que reconstruye la humanidad que la cárcel aniquila. La educación es lo único que produce verdadera inclusión social; es lo que nos permite proyectar un futuro diferente del pasado que nos trajo hasta acá”, reflexiona S.B., uno de los internos de una prisión argentina.
Aquí en España la UNED proporciona las opciones para estudiar una carrera universitaria en prisión, pero Instituciones Penitenciarias no facilita dichos estudios, no así los estudios de Primaria y de Secundaria, la ESO, para los que asiste diariamente un maestro al centro e imparte clases para los que así lo deseen.
En cambio, si un preso desea estudiar una carrera, ha de realizar primero el curso de Acceso a fin de ser becado y poder acceder a los estudios universitarios.
Una vez aprobado este acceso, se inscribe al primer año universitario, para lo cual recibe los libros y poco más. Los educadores de prisiones desconocen la información referente a dicha carrera, el alumno no puede llamar por teléfono para aclarar dudas con la universidad ni con un tutor, nadie visita el centro para impartir tutorías o aclarar conceptos y, así, llegados los exámenes y si el alumno no se encuentra en una prisión considerada como centro examinador, lo envían a otra cárcel con esas características donde durante dos días acude un profesor de la UNED a realizar todos los exámenes a los alumnos ahí residentes y a los llegados de otros centros penitenciarios.
Después de dos agobiantes días de pruebas, el preso ha de esperar una conducción que lo regrese a su prisión de origen, espera que puede durar semanas. Mientras, este alumno reside en una celda compartida, con compañeros que no conoce en un patio nuevo para él.
Así semestre tras semestre hasta terminar la carrera.
Solo algunas prisiones cuentan con módulos especiales para realizar estudios superiores, y a los que no pueden acudir cualquier preso que así lo desee, sino algunos escogidos por tipo de delito, comportamiento e historial penitenciario.
Después nos preguntamos porque una mínima parte de los presos españoles estudian la enseñanza superior, y de los que lo hacen, solo unos pocos terminan su carrera universitaria, escasos.