Submitted by jorge on Wed, 23/10/2019 - 09:19
No somos de los que gratuitamente denostamos a los Funcionarios de Prisiones, ya que cuando realizan una buena labor o un acto encomiable, también los alabamos.
Hace unos días, en la prisión de Puerto III, Puerto de Santa María, Cádiz, unos Funcionarios que acompañaban a unos internos a Lavandería, observaron al pasar frente a una celda del Módulo Especial, a su ocupante colgado de una sábana anudada a la ventana. De inmediato entraron mientras uno de ellos llamaba al Jefe de Servicios. Lo descolgaron y le aplicaron el boca a boca al tiempo que acudía el Servicio Médico del centro.
Le salvaron la vida, aunque no esperaron su reacción, ya que cuando el interno quedó reanimado, comenzó a llorar y a reprochar a sus salvadores el que no lo dejaran morir, que lo volvería a intentar la veces que hiciera falta.
Tras ello, se zafó de los Funcionarios y comenzó a darse cabezazos contra la mesa a la vez que la pateaba, por lo que tuvo que ser reducido y sedado, aplicándosele de inmediato el protocolo antisuicidios.
Poco más podemos añadir a esta historia, pero casos como el de este interno se dan diariamente tras los muros de nuestras prisiones, ya sea por una mala noticia recibida por carta o teléfono, un mal de amores, una mala mezcla de drogas y medicamentos, una depresión o cualquier otro motivo entre los cientos que aparecen en prisión.
Que no nos hablen de jaulas de oro, de prisiones de lujo: la falta de Libertad y la distancia de los seres queridos no se soluciona con ningún lujo, solo con la salida de prisión.