-Y esto, por no hacer nada. Imaginaos lo que os ocurrirá si os ponéis farrucos y no cumplís las normas.
Y con esa advertencia entraba la peña más que mansa, aunque la tranquilidad no duraba mucho y teníamos que enseñarles pronto los dientes. Lo que decía, nada más entrar en ingresos, los almacenábamos en celdas a la espera de huellarlos, hacerles la ficha y pasar los controles médicos y de tratamiento. A los más chulos o peligrosos los metíamos de una en el cangrejo para acojonarlos en serio, y vaya si se acojonaban; esa experiencia, aunque no los tocáramos, los marcaba por el resto de sus días.
Se trata de una pequeña celda con un camastro metálico con sujeciones en los extremos. Ahí esposamos con habitualidad a los internos reboleras de pies y manos y les damos hasta decir basta; pero no termina ahí la psicológica y menos la física. No. La puerta de chapa similar a las de las celdas tiene un enrejado interior con cierre independiente y de un grosor de barrote similar al aparato de cualquier boy de porno star; pone los pelos de punta. El que entra a ese lugar de unas maneras, sale con el chip cambiado y el cuerpo marcado; de eso no me cabe la menor duda.
Una vez pasaban a módulos el control se volvía más férreo si cabe. El recuento se hacía con los internos cara a la pared, brazos en cruz, vestidos, la cama hecha, y así, se les dejaba un buen rato. Para bajar al patio y durante el paseo por el mismo, tenían que mantenerse dentro del perímetro de la rayas marcadas, seguir sus colores y no desviarse. Para fumar durante la marcha, nos pedían permiso.
Así funcionó le tema hasta que se les hincharon las pelotas y comenzaron con las famosas caceroladas, y como la mayoría eran etarras, nada, que se ponían de acuerdo y nos volvían locos. A más cacerolada, mayor represión, hasta que la cúpula de Interior decidió cambiar las tornas y los dispersaron por toda España. A partir de aquel entonces esta cárcel cambió de rumbo, y aunque se mantuvo como una de las de máxima seguridad, las costumbres se relajaron y la llegada de presos comunes de la región mezclados con los peligrosos, tranquilizó el panorama interior del lugar.