Submitted by jorge on Tue, 31/08/2010 - 08:24
Roberto tendría que realizar en el futuro un intrincado encaje de bolillos para borrar esa afrenta en un territorio donde estos litigios se arreglaban a fierro puro y duro.
Continuaron la navegación entre sueños perdidos de algunos y conversaciones banales de otros, pero con una calma impuesta por el agotamiento de horas de agitación. Y así, tras un tiempo indeterminado y cuando ya la tarde borraba los últimos destellos rotundos del sol, arribaron al embarcadero de la finca. La luz mantenía, no obstante, suficiente intensidad para descubrir el lugar al que llegaban. Los ánimos se encendieron de nuevo.