Submitted by jorge on Thu, 26/10/2017 - 06:43
De peligroso, poco, de inseguro, histriónico e inadaptado, mucho.
Esta es una escueta descripción de la personalidad de Luis José Galán González, el madrileño detenido en el día de ayer con el nombre islamizado de Yusuf Galán, supuestamente, por pertenecer a la organización terrorista Daesh en su labor de adoctrinamiento y adiestramiento, a través de internet, de los nuevos cachorros que desean integrarse en la Yihad.
Puede que estuviera realizando esta labor de captación para el Daesh, puede que también acogiera en su piso de Lavapiés entre 2000 y 2001 a algunos de los terroristas que atentaron en Nueva York contra las torres gemelas y por lo que se le juzgó y condenó en 2005 a 9 ½ años de prisión, puede que haya estado vinculado a la Yihad directa o indirectamente, pero conociendo su perfil, valorando su personalidad y tratándose de una persona sin dotes de mando, ni relevancia en alguna de estas organizaciones, ni de una demostrada peligrosidad, más bien, alguien que desea hacerse notar y buscar en las apariciones mediáticas y dentro de su grupo de contacto su lugar en el mundo y asegurar su propia personalidad, inestable donde las haya, carece desde nuestro punto de vista del enfoque de terrorista sanguinario que en los medios de comunicación se le quiere dar.
En prisión se dedicaba a hacerse oír, a confraternizar con sus “hermanos musulmanes”, a ayudarlos invitándolos a café, cigarrillos y lo que se terciara, pero pocos amigos hizo y más de un desengaño se llevó por su “buenismo” mal entendido.
En su juventud se aferró al Islam como tabla de salvación a una personalidad desvariada y a un incipiente enviciamiento a los drogas duras, hallando en esta fe la única salida a una identidad que no encontraba su lugar en la sociedad.
Cuando en la época de finales de los 90 viajó a Indonesia a fin de recibir entrenamiento militar, su inmersión en el Islam fue total, momento a partir del cual definió su camino vital.
Luis José es un niño adulto, un ser débil, alguien que quiere hacerse notar y, de alguna manera, se encuentra abducido por las tendencias más extremistas de esta doctrina, pero no es peligroso en sí mismo ni es consciente de serlo, aunque sí carga con una “inocencia” arriesgada.
En ocasiones, un ser bueno y tonto provoca mayores desdichas que un pérfido e inteligente.
Adjuntamos una entrevista radiofónica que realizamos a Yusuf Galán en 2012.