Submitted by jorge on Mon, 18/03/2019 - 06:45
Hace un tiempo ya escribimos sobre la soledad que le esperaba a Iñaki Urdangarín por el hecho de solicitar una prisión donde permanecer aislado de los medios de comunicación y de otros presos que pudieran importunarlo con preguntas y peticiones.
Como se trataba de él, Instituciones Penitenciarias cedió a sus exigencias y lo envío a una prisión de mujeres, la de Brieva, donde existía un módulo libre para un preso que con anterioridad ocupó Roldán y ahora se destinaba a Iñaki.
Todo para él, libre como un pájaro dentro de su módulo.
Qué afortunado.
Pero el tiempo transcurre inexorablemente y, en compañía, aunque esta sea de otros p… presos que preguntan, piden, exigen y dan la brasa, se sobrelleva mejor, pero en una soledad donde solo se encuentra de tanto en tanto con los funcionarios, la vida se torna insoportable, máxime, cuando esos que se llamaban amigos durante la época donde la fortuna le sonreía dejan de venir una vez ha pasado la novedad de visitar al Iñaki en prisión, cuando a la familia le queda a trasmano viajar a Brieva porque anda ocupada como cualquier hijo de vecino en sus quehaceres diarios y cuando a la princesa, su mujer, solo le viene bien viajar una vez al mes desde Suiza.
Tal es su desesperación, que les pide a los funcionarios que le den palique, a sus abogados que recurran lo irrecurrible aunque sea ante el Tribunal Constitucional un recurso de Amparo que cualquiera da por hecho que no va a prosperar, que vengan a verlo, que, que, que…
Pero nada ocurre, ni siquiera estudia, situación que lo mantendría ocupado durante el día, tan solo practica ejercicio físico y espera anhelante su primer permiso para las Navidades de 2019.
Y ya veremos si cuando haya disfrutado de varios permisos puede acceder al 100.2 y más tarde al 3º grado, ya que para cualquiera de ambos supuestos necesita vinculación familiar y contar con un contrato de trabajo.
Difícil, ya que la vinculación familiar la tiene en Suiza o en el País Vasco, y el empleo en Brieva…, como no sea de camata en un bar del pueblo.
Cuando entras a prisión has de ir con humildad, ya que si entras con excesivas exigencias y mostrando abolengo, te puedes quedar más solo que la una, y si no, que se lo pregunten a Iñaki.