Submitted by jorge on Fri, 11/09/2015 - 06:45
Una noticia de esas que dejan huella, e ideal para ojearla a las puertas del fin de semana, tiempo de descanso y reflexión.
Muchas de las personas condenadas suelen guardar un resentimiento hacia los jueces, fiscales, policías, funcionarios y todos los que intervinieron en su captura, condena y reclusión, además de muchas otras personas que por circunstancias se cruzaron en sus vidas, y de ello deducen, que intervinieron de manera negativa en su desarrollo y posterior etapa vital.
Sin embargo, también se dan casos de personas que en prisión o después de salir de ella, focalizan su vida con otro prisma, y donde hubo rencor y odio, con posterioridad aparece la comprensión y la misericordia.
Esta es la historia de un preso norteamericano, Charles Alston, condenado a 25 años de prisión por el juez Carl Fox por el delito de atraco a mano armada, y que sigue cumpliendo su pena en una penitenciaría de ese país.
A sus oídos llegó que dicho juez padecía una grave enfermedad y necesitaba de un trasplante de médula ósea.
No se lo pensó dos veces.
Se ofreció como posible donante, enviándole una carta al magistrado donde decía, "sé que estás buscando un donante de médula ósea compatible contigo. Puede que yo lo sea y puede que no, pero me gustaría hacer el sacrificio si fuese necesario. No hay odio ni rencor hacia ti en mi corazón".
Las situaciones límite cambian a los seres humanos, para peor algunos, para mejor otros, pero nadie queda inmune a esa sacudida vital y regresa a la vida en sociedad con el mismo talante que cuando la dejó.
Por ello, el devenir en nuestra trayectoria es como un B-O-O-M-E-R-A-N-G, y todo lo que siembras, bueno, malo y peor regresa con idéntica contundencia.
Bien por este preso, porque algo positivo sacará de su tiempo de condena.