Inquietudes diarias para mi diario de inquietudes…
Me quedo a ver el tenis el Domingo pasado. Nadal gana un torneo y avasalla en un partido que parece de broma por el viento y las trayectorias tan curiosas de las pelotas. Por un momento me siento orgulloso de ser español y de él. Pero sale la lista de ganancias y en un intermedio dos anuncios que protagoniza mi momentáneo héroe: Banco X y Seguros Y… Cambio en ese momento de héroe… Escojo a Víctor, frutero y amigo de toda la vida, que se levanta cada día a las 4 de la mañana para poder comprar barato, vender a precios lógicos y competir con los mercadillos que nadie sabe cómo pueden vender tan barato.
Pecaminosa por no decir patética la ignorancia y el no saber estar de algunos periodistas. Ya os daré detalles. Por cierto, en cierto programa se amenaza con que Antonio David F. quiere ser periodista con carnet tras su glorioso paso por la benemérita y los platos de televisión. Vade retro.
Algo jocoso. La conferencia episcopal la ha liado parda. No se les ocurre más que poner la foto de un lince como especie protegida en la campaña contra la nueva ley del aborto. Pero alguien no estaba fino ese día y en lugar de poner en los carteles la foto de un lince ibérico se columpia y pone uno euroasiático, que no tenía nada que ver con el asunto. Para habernos matado.
Oigo decir en una tertulia que sólo 50 de los 350 diputados del Congreso español se dedican en exclusiva a la política. Luego se ha modificado el dato que parece ser de casi 70 (un 20 por ciento, en castellano coloquial). Los restantes tienen otras ocupaciones, muchas veces incompatibles (y también muchas veces millonarias) que se aprueban en comisiones secretas del Congreso. Dichas ocupaciones son tan fascinantes como, por ejemplo, representante de una muy conocida cantante o participante en una docena de consejos de administración, se supone que cobrando. Bien. Un contertulio alega que los sueldos de estos señores son bajos, ganan poco y tienen que buscarse la vida por su cuenta. Pues fenomenal. A mí me encantaría trabajar (es un decir) cuatro años y un día y tener derecho a la pensión de jubilación máxima en lugar de tener que cotizar un cerro de años y que se calcule sobre los últimos cotizados, detalle que según está el patio a mí particularmente comienza a quitarme el sueño, aparte de otros asuntos personales que ya os contaré.