Siempre me ha llamado la atención que en el único sector laboral donde los contratos no valen para nada sea en nuestro deporte rey. Los trabajadores (léase entrenadores y jugadores) dejan a la empresa con el culo al aire si la oferta es buena por muchos años de contrato que tengan, y la empresa puede aplicar unas cláusulas cuanto menos curiosas como el número mínimo de partidos jugados (a partir del cual pueden perfectamente dejar sin jugar a ese señor para pagarle mucho menos). Y en el caso de los entrenadores se los factura a la calle cuando la cosa se complica (sale bastante más barato que echar a media plantilla). Eso sí, en este caso el empresario abona escrupulosamente los finiquitos millonarios. El asunto es un cachondeo puro y más cuando se firman contratos de muchos años sabiendo que tienen fecha de caducidad salvo honrosas excepciones. Este y otros motivos fueron los causantes de que servidor dejara de ir al campo a ver partidos, y ahora casi ni los sigo desde casa. No me parece serio que los equipos no saquen de los cuotas de los socios y las taquillas ni para pagar a un par de jugadores, que tengan adelantado y gastado hace tiempo el dinero de los derechos televisivos y estén endeudados hasta las cejas y sean tan poco profesionales en este asunto. Porque si ya hablamos de las trampas que tienen algunos con la seguridad social, por ejemplo, la cosa ya pasa a ser aún más sangrante. Un poco de seriedad, señores.
También me llama mucho la alarmante falta de creatividad artística en tema musical sobre todo, y en menor medida cinematográfico y televisivo. Cada vez hay más artistas (en algunos casos entre comillas) que se dedican a destrozar sistemáticamente canciones antiguas con sus particulares versiones, en el cine cada vez hay más remakes o burdas copias de pelis o series famosas y antiguas, y me llena de congoja como españolito de a pié que cuando acaba un concurso o un programa exitoso y en los créditos sale el famoso asunto de que el creador de la idea es normalmente extranjero. ¿No hay coco en este país? A mí me consta que sí. Quizá haya sesudos investigadores analizando por qué la gente vá al cine a ver pelis americanas. Y lo mismo, digo yo, es por una sencilla cuestión de calidad o simplemente de creatividad. Eso sí, para eso están las subvenciones del gobierno a una parte del colectivo artístico español.
No me enrollo más, que Jorge me ha pedido mesura y concisión. Leí el otro día que cierto ente público español (RTVE para más señas) tiene como liberados sindicales a un porcentaje asombroso de trabajadores (creo recordar que eran 700 personas, lo cual dá un dineral en sueldos al año). Teniendo en cuenta que nos cuesta una pasta el invento del ente (dí las cifras hace tiempo) me parece una pasada tener tanta gente sin dar ni un palo al agua. En mis tiempos y en las empresas que he conocido la gente se reunía con el enlace sindical en horas libres o pidiendo permiso a la empresa para hacerlo. Debíamos ser más tontos que ahora, por lo que veo. Porque no me negareis que el hecho de que una empresa pague a un señor o señora por no trabajar y ponerle las cosas difíciles en las negociaciones o conflictos laborales tiene su gracia. Y otro día hablamos de liberados en otros sectores “críticos” porque hay mucho donde escoger.