Submitted by jorge on Fri, 27/10/2017 - 06:43
Otro post relacionado con el terrorismo islamista.
Sí insistimos en este tema es debido a lo persistente de los ataques terroristas yihadistas en los últimos años en Occidente y otras latitudes, muchas, musulmanas.
Y es que el Servicio de Inteligencia Alemán ya ha recibido diversos avisos sobre las nuevas maneras de actuar que, previsiblemente, están incorporando los Yihadistas, tales como las armas biológicas, las tóxicas, el uso de drones y/o vehículos no tripulados y, lo peor, el envío masivo de suicidas menores de edad.
No se trata de una elucubración de un iluminado o de un sueño futurista de un grupo de agentes de inteligencia, se trata de una amenaza real y, sobre todo, actual.
Hasta el momento las últimas técnicas de agresión terrorista se basaban en ataques individuales con arma blanca, con vehículos de gran tonelaje o bombas, pero una vez han sacado el conejo de la chistera y los países occidentales han comenzado a blindarse contra estas acciones, los Yihadistas han ideado nuevas técnicas, algunas tecnológicas, otras humanas, pero en general, poco experimentadas hasta el momento.
Por otro lado, los islamistas extremistas que se han retirado progresivamente de las zonas de conflicto de Siria e Irak, cargados de odio contra Occidente y técnicas de combate adquiridas y que se cuentan por miles, tienen la posibilidad de organizar nuevos atentados pero ya en suelo europeo, una derivada más a tener en cuenta, además de los ya residentes en los países occidentales y que se adoctrinan en mezquitas o por Internet.
Además, los equipos tecnológicos son cada vez más asequibles en precio y adquisición, por lo que sería muy sencillo adaptarlos para cometer actos terroristas, en especial, en lugares con grandes concentraciones humanas como son los estadios de fútbol, los conciertos de Rock o las manifestaciones populares o en infraestructuras gubernamentales como presas hidráulicas, centrales eléctricas o nucleares, etc.
Por último, incidir en la captación e instrucción de menores, esos que han huido con sus familias de zonas de conflicto y han vivido en el miedo y en el odio, además de los que se han criado en campamentos de refugiados en condiciones deplorables.
Esta situación no depende solo de un tema político, policial y judicial, sino de los apoyos y aceptación que reciban estos menores en los países de acogida o la colaboración que aporten las naciones occidentales de manera decidida a la reconstrucción de sus países de origen devastados por los conflictos bélicos.