Estamos tan acostumbrados a que los “ciudadanos de bien” denosten e ignoren a las personas privadas de libertad, basándose en su delincuencia congénita, maldad e irrecuperabilidad para la vida en sociedad, que cuando surge una noticia relativa a una buena acción cometida por presos, nos da esperanzas en que algún día esta sociedad se mentalice y de por hecho que la persona presa es una más de dicha sociedad, y que debido a un error, una infancia desestabilizadora o cualquier otro motivo, ha cometido un acto delictivo; no por ello dejan de ser mejores o peores que el resto de ciudadanos, esos que piensan que por pagar los impuestos o dejar sentar una anciana en el autobús son seres excelsos y su alma, a su muerte, llegará derecha a las puertas de San Pedro.
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