Hoy no hablaremos de los motivos que llevaron a Díaz Ferrán y a del Cabo a prisión, sino de las primeras sensaciones que experimentarán cuando, después de varios días de calabozo e interrogatorios, mal alimentados, apenas descansados y desaseados, son trasladados por la noche a la cárcel de Soto del Real.
Entrarán en Ingresos, donde huellearán, será fotografiados de frente y de perfil –aparecerán cargados de ojeras, barba incipiente y cara de delincuentes consumados-, entregarán sus pertenencias de valor –dinero, joyas y los artículos electrónicos que posean, entre ellos el móvil- y recibirán a cambio un recibo, una tarjeta de peculio, sábanas, manta y una bolsa con artículos de higiene, con cubiertos plásticos incluídos.
Después los trasladarán a una celda de dicho módulo donde se tumbarán, uno arriba, el otro debajo, y observarán, sin mirar, el techo y la lámina agujereada del camastro de la litera superior.
Apenas dormirán en un duemevela caótico, mientras se preguntan: “¿Qué he hecho yo para merecer esto?, ¿cuándo saldré de este hueco?”
Pero tranquilos, Gerardo y Ángel, que los 30 y 50 millones de euros de fianza que os han impuesto respectivamente, los irán reduciendo con el correr de los meses, y cuando la cantidad sea accesible a vuestros abultados bolsillos, ya encontraréis la manera de sacarla de alguna cuenta oscura de cualquier paraíso fiscal y salir en libertad provisional con apariencia relajada y vestidos como un pincel.
Para eso tenéis amiguetes hasta en el infierno.
http://politica.elpais.com/politica/2012/12/05/actualidad/1354695125_272799.html