Submitted by jorge on Wed, 14/06/2017 - 06:29
En 1999 se cometió un robo –imaginamos que por los años de condena que le aplicaron tuvo que haber una víctima por medio-, por el cual un jurado de Kansas City, Estados Unidos, condenó a Richard Anthony Jones a 19 años de cárcel.
No salieron adelante las apelaciones posteriores, las solicitudes de Libertad, nada, hasta que pasados 17 AÑOS EN PRISIÓN, en 2015, alguien lo confundió con otro Ricky –mismo nombre- y rasgos faciales idénticos.
A partir de aquel momento comenzó su batalla, consiguiendo una foto del tal Ricky y poniendo los hechos en conocimiento de una Asociación, “Proyecto de Inocencia del Medio Oeste -un grupo que ayuda a presos injustamente condenados”-, que comenzó a moverse en el terreno judicial hasta dar con un Juez de Kansas, que ordenó la inmediata liberación del preso, aunque transcurrido el tiempo desde acaecido el crimen, tampoco pudo inculpar al doble, Ricky, ya que este negó igualmente los hechos.
En el juicio y en su contra no se aportaron pruebas físicas, ni ADN, ni huellas dactilares, tan solo a un par de testigos presenciales que insistieron en su culpabilidad.
Por este pequeño error visual, nuestro Ricky inocente pasó 17 años de su vida en prisión, a pesar de su reiterada insistencia en su inocencia y sus apelaciones.
Qué peligrosa es la Justicia cuando no se valoran todas las pruebas para condenar.