Submitted by jorge on Fri, 21/01/2011 - 07:33
-Metan a todos estos malparidos en los carros y se los llevan a la finca. Usted ya sabe, Róbinson. Agarre también el cadáver del jefe y me lo prepara con el resto. Cuando haya terminado, me llama –terminó el Mono, girándose y encaminando su andar hacia su carro, seguido de Robus y sus guachimanes.
No había dado dos pasos, cuando oyó a sus espaldas la voz de su lugarteniente.
-Patrón, qué pena lo de la señora Patricia. Cualquier vai…
-Ya conversaremos… -le cortó el Mono.