No recuerdo la película, ni falta que hace. Robustiano se mantuvo alerta, después de localizar al pájaro en cuestión, en busca de la oportunidad. Y ésta se dio a mitad de la película, cuando el tipo salió al tigre. Robus hizo una señal a Pablo que salió tras él. Esperamos. Diez minutos después Pablo regresó, tomó asiento, e hizo una señal afirmativa con la cabeza. Robustiano me miró, sonrió y entrecerrando sus ojos, se recostó.
Al cabo de media hora y cuando la película se encontraba en su último tramo de proyección, se encendieron las luces de la sala y todo el perímetro fue rodeado por funcionarios con guantes de látex y postura provocadora. El subdirector de seguridad subió al estrado y tomó el micrófono:
-En el transcurso de la proyección se ha cometido un asesinato. Un interno ha sido atacado con un pincho en los servicios y a causa de ello ha fallecido. Esto es un hecho gravísimo para el centro y tomaremos las medidas oportunas a fin de descubrir al asesino. A partir de este momento se anulan las concesiones, los cursos y las salidas a actos y polideportivo. Los funcionarios cachearán a todos los internos aquí presentes y las medidas extraordinarias que se tomen se les notificarán al módulo.
Bajó del estrado y, a una orden suya, los funcionarios fueron organizándonos en filas. Uno a uno nos fueron pasando la raqueta y las manos por todos los pliegues que encontraron en nuestros cuerpos. De ahí fuimos trasladados al módulo. Algunos a los que se les decomisaron papelinas y algún que otro pincho fueron enviados al chopano.