Por boca de Pablo supimos que había pillado al tío meando en el tigre y que desde atrás le propinó media docena de pinchazos. Cuando se dobló sobre sí mismo y cayó sobre el hueco del tigre, Pablo trepó sobre él y colocó el pincho en el tabique de separación del servicio. Pero después de una exhaustiva requisa, los funcionarios lo hallaron, aunque no al culpable, por el momento.
Pasaron las semanas y a pesar de que la junta de la prisión ya tenía un claro esbozo de ocurrido, faltaban las pruebas para señalar al culpable, al instigador de toda la operación. Nadie habló, nadie sabía nada. Bien se cuidaron de no denunciar a Robustiano si no había pruebas evidentes. Hasta los peces gordos del centro intuían que los tentáculos de ese interno, siempre sonriente y bien dispuesto, llegaban hasta lugares distantes.
Desde ese momento crucial, todos los internos del centro, incluidos los funcionarios, evitaron coincidir con Robustiano o, por lo menos, crear cualquier incidente que pudiera contrariar al joven. Por ende, esta situación me salpicó de manera indirecta a mí, compañero del que a partir de este momento se consideraría el Don del centro. No encontrábamos obstáculos a ninguna petición -prudente dentro de los límites- que solicitáramos, ni tampoco roces con ningún otro interno. La vida dentro de esos muros se convirtió en vida placentera, en especial para mí, que con anterioridad ya había sufrido algún que otro escarceo.
Toda esta política de manos abiertas también repercutió en la concesión de los vis á vis o en la ampliación de los tiempos de disfrute. El habitual de hora y media se alargaba hasta las dos horas y, en ocasiones, a las dos horas y media. Por ello, los revolcones monumentales con los que se obsequiaban Robustiano y Lorena fueron la envidia de todos. Así ocurrió que en una de esas comunicaciones de cama y poco más, Lorena quedaría embarazada. A sus veintitrés años, Robus aún se consideraba joven para formar una familia en condiciones, pero el enganche que tenía con Lorena pasó eso por alto. Recibió la noticia con vítores y celebraciones.