Submitted by jorge on Thu, 30/09/2010 - 08:22
A mediados de los ochenta y cuando el gran negocio de la cocaína se repartía entre algunos cárteles como el de Medellín, el de Cali, el de Barranquilla y algunos duros individualistas, el nombre del viejo Vallejo ya se consideraba como el de uno de los capillos, que desvinculado de las grandes cifras de los cárteles, se había posicionado entre los fuertes de Medallo. Sin embargo, su instinto de supervivencia lo impulsó a perdurar sin enemistarse con ningún clan, manteniendo su servicio de transportes abierto a cualquiera que lo necesitara y quedándose con las migajas del negocio de la cocaína de los grandes, sin importunar ni crear envidias entre la competencia. ¡Pero menudas migajas!, en un pastel que solo el cártel de Medellín valoraba como suyo en más de 7.000 millones de dólares de la época.