Submitted by jorge on Wed, 25/10/2017 - 06:43
Nos es que vayan a comprar verduras o carne al mercado y pidan la vez, ni hagan cola en la Seguridad Social, NO.
Pero sí han de esperar turno para ser atendidos en el Centro Especializado de Intervención en Abuso Sexual Infantil (CIASI), el único que existe en la Comunidad de Madrid.
434 menores fueron enviados en 2016 a este centro desde los servicios policiales, sociales, educativos o de justicia, pero no todos han podido ser atendidos por los 8 psicólogos que llevan este centro, por lo que más de 100 de estos niños y jóvenes que no han sido ahí recibidos, has sido derivados a los Servicios Sociales del Ayuntamiento, los cuales no cuentan con los técnicos ni los programas adecuados para manejar en el tiempo situaciones de abuso sexual a menores.
La media de estos tratamientos llevados en el CIASI es de 1 año, dependiendo del niño, en especial, de su sintomatología, ya que algunos con violaciones y abusos extremos soportan mejor la transición posterior que otros con abusos menos traumáticos, de ahí que se valore de manera primordial su sintomatología.
Entre las niñas, las que más denuncian son las que se encuentran en el arco de los 13 a los 15 años, y en el caso de los chicos, ya empiezan a hacerlo desde los 12 años, superando el sambenito de su posible homosexualidad por haber pasado por este trance.
Y los más llamativo del tipo de menores que transcurren por este Centro es que también se trata a los menores abusadores y acosadores, esos que cometen el delito, en muchas de las ocasiones, por desconocer su propia sexualidad, dado que todo lo aprendido y recibido sobre ella la han encontrado en internet y no en su familia. Esta educación sexual recibida a través de la Red provoca una distorsión de la realidad y la puesta en escena de conductas abusivas.
Clama al cielo, que para un tema tan trascendental como es el de los abusos sexuales a menores, solo se haya puesto en marcha un centro que a duras penas cubre la mitad de los casos de este tipo de víctimas y, por el contrario, la política de construcción de cárceles se ha sobredimensionado, ya que la saturación de las mismas dejó de ser una realidad a partir del 2010 con la modificación de algunas penas del Código Penal.
Más prevención, más tratamiento y menos castigo, y todo comienza en la infancia.