Submitted by jorge on Tue, 15/10/2019 - 06:43
Eso parece ser que es lo que pretende el Gobierno: permitir a médicos que, sin haber realizado el MIR (Médico Interno Residente) “es la prueba exigida a médicos, españoles o extranjeros, para acceder a una plaza de médico especialista en formación en el Sistema Nacional de Salud en España”, entren en el Servicio Médico Penitenciario para suplir las plazas vacantes en las prisiones, tal y como lo ha adelantado la secretaria de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior, Ana Botella Gómez.
Y si se está valorando esta opción es debido a la escasez de médicos que se presentan a las convocatorias que I.I.P.P. realiza para admitir nuevos profesionales en las prisiones españolas, dado que a pesar de que se ofertan plazas, pocos son los facultativos que se presentan o llegan al final de la selección, por lo que 1 de cada 3 plazas de la Sanidad Penitenciaria no se cubren, supuestamente, debido a las lamentables condiciones laborales y unos salarios paupérrimos.
Si bien hasta los años 80 se permitía el acceso a estos puestos de trabajo a médicos sin la especialización, tan solo realizando cursos específicos complementarios, desde esa época se exige el MIR y tal como asegura Francisco Miralles, secretario de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) "este razonamiento me parece tercermundista, ya que si hace 50 años no se pedía la especialidad, hemos evolucionado y no se puede volver a sistemas anteriores; cualquier ciudadano tiene la garantía de que se le presta una asistencia sanitaria por parte de un especialista, y así se les está diciendo a los presos que van a tener una sanidad de peor calidad, les atenderán médicos de menos categoría. Creo que es hasta anticonstitucional".
Es decir, como a los médicos que trabajan en el Sistema Penitenciario les pagan mal y les imponen unas condiciones de trabajo difíciles, motivo por el cual I.I.P.P. no cubre las ofertas necesarias, ahora desean introducir facultativos sin la suficiente preparación y que no hayan pasado los exámenes exigidos (MIR), pero claro, como bien dice Francisco Miralles, parece ser que a los presos se les considera ciudadanos de segunda y conejitos de Indias para los ensayos y aprendizaje de estos médicos.