Submitted by jorge on Mon, 14/12/2020 - 06:45
Sí, podrán decir que en nuestro 1º mundo, en especial, allende los mares, también se aplica la Pena de Muerte, con métodos más modernos, quizás no todos y, en especial, por delitos Graves o muy Graves que, en el caso que nos ocupa, a nosotros nos parecen fútiles, pero que para un país como Irán no lo son, más bien, son de una trascendencia tal, que suponen que los que infringen estas Leyes los condenen a la Pena Máxima colgados de una horca.
A nosotros, particularmente, nos parece demencial que castiguen a un periodista, Ruholá Zam, director de la web Amadnews, a morir en la horca, ejecución que se llevó a cabo este sábado pasado por 13 cargos, incluido y parece ser el más grave, el de “Corrupción en la Tierra”, una suerte de incitación a la rebelión contra el Estado.
Antes, Ruholá, vivió durante años exiliado en Francia por otra situación similar, hasta que retornó en 2019 a Irán engañado por el servicio de inteligencia del Cuerpo de los Guardianes de la Revolución, momento a partir del cual fue encarcelado, juzgado y condenado, condena ratificada por el Tribunal Supremo.
La condena a este periodista y activista se basó en su incitación a la rebelión en las protestas realizadas en 2017 en Irán contra el Régimen Iraní por la carestía de la vida, motivo por el que murieron en dicha rebelión más de 20 personas y miles fueron detenidas, y que este periodista llevó a cabo a través de su canal Telegram Amadnews, donde publicó informaciones e imágenes que había logrado acumular por su condición de ser hijo del clérigo Mohamad Ali Zam, personaje de renombre y cercano al Régimen.
Posteriormente, en 2019, volvieron a recrudecerse las protestas en Irán contra la subida del precio de la gasolina y contra dicho Régimen y reprimidas con aún mayor dureza, aunque en estas ya no pudo intervenir Ruholá.
Todas esta condenas basadas en delitos, muchos de ellos propios de eras arcaicas, otros no, se encuentran incorporados en la Ley Islámica, de la que en ocasiones hemos hecho alusión por lo desproporcionado de sus Leyes que mantienen dogmas de siglos pasados y que en nuestro tiempos presentes aún siguen sin actualizarse y aplicándose de manera cruel aunque sin apenas oposición.