Submitted by jorge on Mon, 16/08/2010 - 08:29
Todo saltó por los aires una noche de cena y copas. La hermana, aunque menos involucrada en todo ese escenario de comedia, insistió hasta la saciedad en irse con el marido de ella del pub, donde todos se encontraban, a un hotelito de los más guay, y a ver qué pasa. Ante la negativa rotunda de él, la gruesa hermana no tuvo otra ocurrencia que soltarle con total desparpajo:
-Pero ¿es que no te das cuenta que mi hermano y tu mujer están liados?
A lo que él respondió de manera natural:
-Sí, ya lo sé-mientras su rostro demudaba.
Lo había sabido desde meses atrás, sin aceptarlo como un hecho probado. Y ahora aparecía con toda su carga.
Volteó su cara hacía los ambos. Se encontraban, ahora lo percibía de manera clara, enfrascados en una conversación con tintes de pareja consumada. Todo su cuerpo se transformó en una monumental tea, pero tuvo que contenerse hasta altas horas de la madrugada cuando llegaron al domicilio conyugal.
-¿Te has acostado con él?, dímelo y no me mientas –le increpó mientras ella, tumbada en la cama, se desprendía de su última prenda interior, diminuta.