Los distinguirás enseguida porque en general son los parias del módulo, los rechazados por el resto, los solitarios o socios de otras sanguijuelas como ellos. Al cabo del tiempo los paseos los harás con los que valgan la pena y tú elijas.
Abren el economato, ubicado en un extremo del patio. Entonces irás con el vampirillo, lo invitarás a café en esa primera ocasión, y así te lo quitas de encima hasta la tarde. Has de asomar algo la cabeza por la ventanilla de economato para apreciar la variedad de productos y ver lo que te interesa. En los primeros días, no sé si por necesidad o con el fin de tapar tus penas, sueles comprar más de lo debido; no te preocupes, es lo habitual. Al cabo de una semana y cuando te percates de que tus 65€ de peculio semanales no te alcanzan, te cortarás con los gastos de economato.
Una vez has conocido el funcionamiento del economato, abierto entre tres y cuatro veces diarias, dependiendo del economatero y su adlátere, comienzas a fijarte en las actividades de la gente.
Los nuevos compis más ocupados son llamados a los cursos, a los estudios, a deporte o a sus destinos, que se realizan normalmente fuera del módulo. Para apuntarte a esas actividades has de hablar con el educador que te corresponda e interesarte por todo lo que puedas realizar. Es importante que te inscribas en lo que puedas, porque además de evitar que te comas el tarro, logras que el tiempo pase de una manera amena y por otro lado, que la Junta de Tratamiento te vea con mejores ojos para un futuro permiso.