por Óscar
Una pequeña comitiva sale de Ingresos y va dejando gente en los módulos.
Cuando llegas al tuyo verás una puerta corredera, un pasillo y al fondo una cristalera. Es la pecera, el control de funcionarios para dos módulos (en las Macrocárceles). Detrás de otra segunda puerta (la segunda del rastrillo) está el patio, que en un módulo normal no suele superar los 30-40 metros de largo por unos 20 de ancho. Lo justo de un campo de fútbol-sala más o menos.
El paisaje una vez sales, es de muros altos con alambradas y una o dos paredes de dos pisos de alto con ventanas enrejadas, puertas que no conoces, los funcionarios tras el cristal… y mucha gente.
Cuando te llevan al módulo dejas tus cosas junto a la pecera donde acaban de registrar tus datos y te lanzan de lleno a lo desconocido, abandonado a tu suerte y recibiendo las miradas de curiosidad de mucha gente. Si conoces a alguien dentro mejor para ti, y si no procura arroparte con los que te han acompañado desde Ingresos. No te acojones. Pasea, conoce a la gente. No mires demasiado a nadie ni te crezcas como medida de autodefensa. Espontaneidad siempre. Antes o después alguien te entrará, te preguntará de donde vienes, si has visto a fulanito en Ingresos o directamente si tienes un pitillo o le pagas algo en el economato. No te dejes pisar, que no te tiemble la voz. Siéntate en un banco si te tiemblan las piernas. Relájate. Y espera…