Submitted by jorge on Wed, 20/11/2019 - 06:43
Podemos entender que una persona cometa un homicidio en Defensa Propia o que tenga un arrebato hacia alguien que haya asesinado previamente a un ser querido, quizás también las muertes de Guerra, aunque no estemos de acuerdo con ello, pero matar a un ser humano por mera diversión o una iluminación repentina, nos parece tan demencial que no llegamos a dar un significado lógico a esa acción.
Y esto es lo que ocurrió un 14 de julio de 2018 en la estación del Metro de Madrid, Eugenia de Montijo, cuando un joven sorprendió por la espalda a un hombre que esperaba el convoy y lo empujó, momento en que el primero cayó a la vía en el preciso instante en que la maquina arrancaba: murió en el acto.
Motivos: nadie lo sabe y creemos que ni el propio joven homicida lo tenga claro.
Éste ultimo trató de convencer al jurado que el motivo por el que lo empujó fue por un incidente que tuvieron con anterioridad, aseveración que se desmontó con la visualización del vídeo de la estación donde se mostraba a las claras que no hubo contacto ni incidente anterior, sino que José Pedro E.M. fue directamente hacia Ángel Alfonso B.A. y, sin mediar la palabra, lo empujó a sabiendas que caería en la vía del tren por la proximidad en que la víctima se encontraba en el andén al foso.
Por otro lado, tampoco funcionó la eximente esgrimida por el abogado defensor de que el agresor se encontrara influenciado por el consumo de estupefacientes, ya que después de la agresión fue detenido y analizado por los agentes de la Policía y los médicos forenses y carecía de indicios de consumo.
Por lo tanto, José Pedro E.M. ha sido condenado por la Audiencia Provincial de Madrid a 10 ½ años de prisión por un delito de Homicidio, y a una indemnización de 150.000€ a la madre del muerto y 50.000€ a cada uno de sus hermanos, con las eximentes de reconocimiento de la culpa, su arrepentimiento y los problemas que tuvo con anterioridad con el consumo de alcohol y estupefacientes.
Se trata del tipo de delito que nunca entenderemos, ya que se demostró que no hubo incidentes anteriores de por medio, ni se cruzaron palabra, por lo que no hubo una motivación clara para actuar de la manera en que lo hizo.
Y nos preguntamos, ¿qué lleva a un joven a cometer semejante acción a sabiendas que el agredido moriría (ya que el tren comenzaba a desplazarse por la vía) ?, ¿qué se le pasaría en esos momentos por la cabeza?
No se entiende.