Submitted by jorge on Wed, 22/01/2020 - 09:53
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez va a reestructurar los diversos departamentos ministeriales de acuerdo a las competencias que se le atribuyen -entre las que se encuentran las de suprimir o modificar dichos departamentos-, los Funcionarios de Prisiones a través de los principales sindicatos que los representan, ACAIP y UGT, han solicitado al mismo Presidente del Gobierno que transfiera Instituciones Penitenciarias al Ministerio de Justicia en lugar del actual Ministerio del Interior, ya que históricamente pertenecía a este último Ministerio y tiene una razón de ser más lógica que la actual.
Dichos sindicatos alegan que “se considere la necesidad de ubicar el cumplimiento de las condenas en el ámbito del Ministerio de Justicia, lo que entendemos sería una oportunidad de modernizar la Institución y no compartiendo Ministerio con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, como modo de diferenciar claramente las funciones policiales con las tareas antes descritas de reeducación y reinserción”.
Asimismo, aseguran que las prisiones civiles españolas han estado más de 100 años en manos de Justicia, desde 1887 hasta el Gobierno de José María Aznar, donde se traspasaron las competencias al Ministerio del Interior de Mayor Oreja, pasando antes por una fusión de ambos Ministerios en el Gobierno de Felipe González pero donde Instituciones Penitenciarias mantenía aún su statu quo con relación al de Justicia.
También han de seguirse de alguna manera las reglas Europeas del Consejo de Europa que aconsejan que “las prisiones deben estar bajo la responsabilidad de Autoridades Públicas y estar separadas de los Servicios del Ejército, de la Policía y de la investigación criminal”.
Los Funcionarios de Prisiones solicitan esta medida por no encontrarse a gusto bajo el manto del Ministerio del Interior, situación que no nos toma por sorpresa dado el desorden existente en las prisiones españolas, la agresividad y agresiones que se viven en ellas y la falta de contratación de personal suficiente para lograr una armonía y funcionamientos aceptables, ya no excelentes, cuestión harto complicada en nuestras cárceles.