Submitted by jorge on Thu, 23/02/2017 - 06:48
Es inconcebible que se permitan estas prácticas y no se denuncie ni procese a los propietarios de este tipo de instalaciones.
En muchas de las granjas avícolas existentes en España las gallinas apenas pueden moverse en sus jaulas, no reciben luz solar, pierden el plumaje, quedan cojas o son inválidas de patas, nunca salen de las jaulas, se mueven sobre alambres, se picotean entre ellas, las que mueren permanecen durante un tiempo mezcladas con las vivas, las heces en ocasiones no se limpian, etc., por lo que muchas de ellas están enfermas y mueren, quedan la mayoría sin plumaje y su ratio de vida es mínimo y muy inferior al de otras gallinas que viven en granjas abiertas.
Y parte de la culpa la tenemos nosotros, los consumidores, por adquirir y consumir huevos de este tipo de granjas avícolas, ya que de acuerdo a las Leyes de la Unión Europea, los huevos han de indicar mediante unos códigos el modo de cría y la alimentación de dichas aves, el tamaño del huevo, la granja, el Estado al que pertenece la granja y la fecha de consumo preferente.
Es decir, que si analizamos la caja y los huevos, conoceremos toda la información que necesitemos saber.
No podemos permitir que se maltrate de esta manera a unas aves que nos alimentan, y a los propietarios de dichas granjas avícolas, habría que multarlos, procesarlos y obligarlos a reestructurar su industria.