Submitted by jorge on Thu, 16/02/2017 - 06:51
Nunca nos dejará de sorprender la agresividad que provoca el fútbol entre los que lo juegan y los que lo observan.
Pero si en la 1ª División y en las Ligas Internacionales los jugadores y el público se cortan más debido a las sanciones económicas y de asistencia al juego que los Organismos pueden aplicar, en las divisiones inferiores, donde lo que está en juego no pasa en general de un puro divertimento, los partidos pueden convertirse en verdaderas batallas a sangre y fuego, tanto por parte de los jugadores como del público.
El último hecho ocurrió en Castellón, donde un partido de segunda regional juvenil entre los equipos del Sportiu de Castellón y el Club Rafalafena acabó con un jugador en el hospital donde le cosieron 6 puntos en la boca además de encontrarle varias contusiones repartidas por el cuerpo.
Dos jugadores del equipo contrario y cinco espectadores agredieron al jugador en cuestión, propinándole patadas y puñetazos, mientras insultaban a su vez al árbitro de origen colombiano con palabras del calibre de "sudaca de mierda, puto panchito, vete a pitar y a cantar rancheras a tu país, hijo de p...".
Antes que llegara la Policía a poner orden, el árbitro y otros jugadores trataron de esconderse de la marabunta que peinaba el césped en busca de los “culpables del fracaso de resultado adverso" de su equipo, cosa que no pudieron llevar a cabo dado que los energúmenos se hicieron con las llaves del vestuario para evitar que nadie se refugiara en dicho lugar.
Al hilo de este caso, “la Federación de Fútbol solo sancionó con cuatro partidos a un jugador por insultar al árbitro y otros cuatro por amenazarle, ninguno por golpear repetidamente con el puño y los tacos al agredido, ni por avisar a los agresores de que llegaba la Policía. Ni al sustituido por bajar a la grada y golpear con puño y codo en la cara, la cabeza y las costillas a la víctima”.
Es lamentable que un deporte que practican y atrae a millones de personas en todo el planeta, saque los más bajos instintos a relucir.
La permisividad de los clubes por contar con aficionados hinchas y las Leyes laxas existentes al respecto, crean el caldo de cultivo necesario para el aumento de esta conflictividad en el deporte.