Submitted by jorge on Mon, 14/05/2012 - 09:34
En más de una ocasión hemos escuchado el comentario: “Me han ofrecido un puesto de maestro en la cárcel, pero me acojona entrar ahí. Uno nunca sabe lo que le pueda ocurrir”.
¡Gran error! Trabajar en prisión como maestro, instructor, voluntario, etc., es más seguro y reconfortante que un trabajo habitual en una escuela, taller o similar que encontramos en cualquiera de nuestra ciudades.
El preso agradece, respeta y disfruta toda ayuda y tiempo que le dedique cualquier persona, que desde el exterior, trate de llevarle un soplo de aire fresco a su monótona y grisácea vida en el interior de la cárcel, exceptuando, la que llega impuesta por los funcionarios de prisiones –incluida la junta de tratamiento-, salvo honrosas excepciones.
El que presuponga que la prisión no es lugar adecuado para dedicarse a impartir cualquier tipo de conocimiento o entretenimiento por motivos de seguridad, yerra de manera clara. Y si no, véanse los altercados entre alumnos y profesores acaecidos en nuestras escuelas y colegios en los últimos años.
¿A alguien le ha llegado una noticia similar de prisiones?
http://www.abc.es/20120513/espana/abci-carcel-valdemoro-etarras-201205111737.html