Submitted by jorge on Wed, 17/06/2020 - 06:26
El refranero español pocas veces yerra, quizás en esta ocasión sí, pero tendrán que pasar un par de semanas para ver si lo que Davad Zukanovic y Lil Ahmetovic prometieron lo cumplirán o solo se trataba de un farol para fugarse y no regresar.
Cortaron los barrotes de la ventana de su celda de la prisión de Rebibbia, Roma, y descendieron con la ayuda de una manguera de incendios hasta el patio, para así llegar al muro exterior alambrado, escalarlo, cortar las alambradas y dejarse caer hasta la calle; nada sencilla la huida.
Cuando los Funcionarios entraron en su celda, encontraron una nota dirigida a las Autoridades donde ambos presos informaban que “a fin de proteger a sus hijos de un desagradable negocio en el que se habían metido, habían escapado, ya que eran los únicos capaces de hacerlo porque sus esposas estaba también en la cárcel, pero que cuando se solucionara ese tema, se presentarían frente a las autoridades judiciales para regresar a prisión”.
Aunque verificaron que la carta era auténtica, la Policía ha emitido una caza y captura de ambos fugados, ya que desconfían de su regreso, dadas las amplias condenas que aún han de cumplir hasta el año 2029 y que con este huida, puedan ampliarse otros 5 años.
Nosotros, por nuestra parte, SÍ les damos un voto de confianza que vencerá en algo más de una semana, ya que se fugaron hace días.
Y si damos este voto de confianza a estos presos es debido a que hemos conocido algún caso similar aquí en España, donde un preso de etnia gitana logró, después de mucho esfuerzo, que una buena Juez de Vigilancia Penitenciaria le otorgara un Permiso Ordinario de Salida, a pesar de la condena por Homicidio que cumplía este Interno.
Del 1º permiso regresó “Lolo el de las Mueltes”, así llamado el susodicho, sin problema, aunque del 2º Permiso que disfrutó 2 meses después, no volvió a prisión.
Sin embargo, al cabo de los días, la Juez recibió una postal a su nombre donde, Lolo, el de las Mueltes, le informaba que no había regresado debido a una amenaza que su padre había recibido, por lo que él, como hijo fiel que era, debía solucionarlo, pero que “Mi Señolía” no se preocupara, que cuando arreglara el problema, volvería a prisión a cumplir su condena.
Y así lo hizo, varias semanas después aunque a sabiendas de que le anularían los siguientes permisos.
Esto nos demuestra que no por estar presos las personas dejan de ser fiables, de ser personas.
Algunos cumplen sus promesas, otros no, tanto en prisión como en la vida en Libertad.