Submitted by jorge on Mon, 22/05/2017 - 06:24

Escapar de una conducción policial y hasta de prisión, es sencillo, mucho más de lo que parece.
Observamos todas estas nuevas macrocárceles que existen en España con sus dispositivos electrónicos de control, verjas inmensas con alambradas de púas, muros ciclópeos y nos preguntamos, ¿es posible escapar de estas prisiones?
Quizás de esas es más complicado, pero de algunas como las de Alcalá-Meco, Herrera de la Mancha y otras viejas o arcaicas, es relativamente sencillo.
En el año 2000, 3 jóvenes internos en la prisión de Alcalá-Meco se fugaron saltando una valla en el día de “puertas abiertas”, el de la Merced, y posteriormente tomaron “prestado” el coche de un funcionario y se largaron de la zona.
En la prisión de Herrera de la Mancha, la mayoría de las cámaras instaladas en el interior y exterior del recinto no funcionan, además de encontrarse la alambrada rota en varios lugares.
Un interno de la prisión de Navalcarnero, atracador de bancos, se fugó del hospital Clínico de Madrid cuando lo llevaron a realizar un diagnóstico médico y, en otra ocasión, el mismo, abrió sus esposas con el capuchón de un bolígrafo BIC en una conducción de la policía y cuando los agentes abrieron la puerta del vehículo, salió por piernas.
La noticia de ayer es de un imputado en dos causas, una de intento de homicidio y otra de robo con violencia, que fue trasladado de la cárcel Modelo de Barcelona al Juzgado de Vilanova i la Geltrú, y cuando los Mossos d’Escuadra lo conducían de nuevo al coche, escapó aún esposado y en un momento de confusión. No lo encontraron, y no habrá tenido ningún problema en quitarse las esposas y escabullirse.
En nuestro país no es excesivamente complicado fugarse y si no se dan más casos de este tipo es debido a las facilidades con las que cuentan los presos de hoy en día: las reducciones de condena, los beneficios penitenciarios, la tranquilidad de los vis a vis, el mantenerse distraídos en prisión con las televisiones en las celdas, los programas culturales, etc.
La comodidad, los beneficios y las facilidades de contacto hacen a los presos de hoy vagos hasta para estudiar una fuga: las que se consuman son improvisadas.