Submitted by jorge on Wed, 18/11/2015 - 06:24
Si bien no utilizamos las cadenas de comida rápida norteamericanas ni coincidimos con sus políticas, en este caso hemos de felicitar a la central de McDonalds por su decisión de despedir a un empleado.
Porque a este chico no solo deberían despedirlo, sino condenarlo a una multa abonable con trabajos en favor de la comunidad y dirigidos a las personas sin hogar.
No hay derecho que se juegue con el hambre de los demás, maltratándolos y burlándose de su situación.
El caso sucede una noche en Detroit, Estados Unidos, donde un anciano negro y sin hogar se acerca a una ventanilla de McDonalds al llamado de un empleado que le ofrece una hamburguesa a fin de saciar su hambre.
Cuando el pobre hombre llega a la ventanilla, el niñato, perteneciente también a la comunidad afroamericana para más inri, retira la hamburguesa del mostrador y le arroja una jarra de agua, mientras se mofa, junto unos clientes que se encuentran a la espera de ser atendidos, del suceso.
Estas acciones se deberían castigar con trabajos en favor de la comunidad y en el sector de población perjudicado por la acción.