Submitted by jorge on Tue, 17/11/2015 - 06:24
Hay situaciones que son paradójicas y para las cuales la Justicia no cuenta o no desea utilizar recursos.
Este es el caso de una madre residente en el barrio madrileño de Vallecas que perdió a su hijo de 20 años asesinado en el 2014.
Hasta aquí el tema es duro, pero dicen que el tiempo todo lo cura y la madre podría, progresivamente, ir calmando su dolor, que no olvidando, hasta que los años la dejen vivir de alguna manera, más tranquila, y disfrutar del otro hijo que le queda.
Pero el problema de este caso es que el presunto asesino, que la mayoría de los vecinos conocen y saben por testigos que infligió una tremenda paliza a la víctima que posteriormente murió a causa de lo que dictaminan los forenses como “un traumatismo craneoencefálico con fuerte golpe en la parte de la nuca y en la frente que podría haber causado la muerte”, anda suelto por el barrio y vive frente a donde reside la madre del difunto.
Y ahora nos preguntamos, ¿es lícito, que un presunto homicida aún no juzgado y que tiene amedrentado a todo el barrio, pueda seguir residiendo en la misma barriada, frente a la madre de la víctima y se pavonee delante de ella sin que nadie pueda impedir dicho comportamiento o el contacto visual y físico diario entre ambos?
Nosotros, desde nuestro punto de vista, pensamos que es una experiencia cruel, desestabilizadora e injusta, y que por lo menos y durante la etapa de instrucción de un sumario de este tipo se instaurara algún tipo de medida cautelar para evitar que se den estas situaciones.