Submitted by jorge on Wed, 10/08/2016 - 06:51
Nos sorprende y satisface, que países con una larga trayectoria en la administración de prisiones conflictivas, creen proyectos piloto en algunas cárceles escogidas a tal efecto a fin de facilitar la reinserción de los presos.
En la prisión uruguaya de Punta de Rieles, los presos pueden montar su negocio, vendiendo el producto entre los mismos presos y al exterior. Y una vez en libertad, si desean mantener y seguir dirigiendo su empresa, pueden hacerlo regresando a diario al penal y volviendo a salir una vez terminada la jornada laboral.
En este centro puedes encontrar “una panadería, una pizzería, fábricas de bloques y ladrillos, artesanos moldeando figuras en yeso o un invernadero de lechugas”, todo regentado por sus propietarios que no son otros que los mismos internos.
Muchos son los que desean cumplir su condena en esta prisión, pocos los que lo consiguen, y nunca los delincuentes con delitos sexuales.
Con esta iniciativa, los reclusos pueden mantener a sus familias desde dentro –enviándoles las ganancias-, aprenden un oficio y, una vez en libertad, o siguen con su negocio dentro o crean algo similar fuera.
Nos parece un proyecto bien concebido y no comparable con los talleres penitenciarios españoles, donde los internos trabajan por un sueldo por debajo del salario mínimo interprofesional y para una empresa externa que cuenta con un acuerdo con Instituciones Penitenciarias: al preso le queda su salario, poco más, dado que el aprendizaje es prácticamente inexistente ya que se trata de trabajos en cadena, sin iniciativa propia y donde la empresa e I.I.P.P. sacan sus beneficios, el preso, apenas unos euros.
http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/article94341872.html