Pero lo más interesante de este destino de Sociocultural es el contacto diario con el otro sexo. En algunos centros estos destinos son mixtos, con lo cual las necesidades de todos ellos están cubiertas. Pero en el caso que nos ocupa, los integrantes de este selecto grupo de presidiarios son hombres. Y eso es todo un problema. Ya que sí en el módulo los mendas apenas tienen contacto con las chicas, por lo que sus ardores se mantienen en una tensa espera, los de destinos contactan a diario con las integrantes del otro sexo y eso los enardece.
En especial en lo que al contacto con las funcionarias se refiere. Solo verlas entrar, olerlas recién duchadas, recién perfumadas, apreciar sus formas aunque embutidas en su uniforme azul y atisbar sus movimientos cadenciosos al andar, encienden los recuerdos de épocas pasadas, de la calle.
Entonces te planteas utilizar tus tácticas de depredador que antaño te daban tan buen resultado en tus salidas nocturnas de bares y discotecas. Pero, ay, existe un pequeño inconveniente. Sí te equivocas de presa y acechas a una de caza mayor, desmesurada para tu equipo actual –ahora eres un simple presidiario, sin recursos, ella puede estar casada con otro funcionario, en fin, desea algo más sublime de lo que tú le puedes aportar-, te puedes buscar una ruina. Has de ser pasivo; donde antes demostrabas tu hombría buscando las presas de a tres, ahora son ellas las que deciden. Tú a la espera, y consumiéndote. Y en la generalidad de los casos con las funcionarias no te comes un colín. Están en sus sitio, están ahí para que se cumplan las reglas, y dar juego a un interno –podría ser un condenado por asesinato, violación, o cualquier otro delito grave- es un riesgo que no toman ni pueden permitirse.