Submitted by jorge on Tue, 04/08/2020 - 06:26
Lo que hasta hace años se consolidó como una política de Dispersión de presos de ETA a fin de desmembrar la banda en su totalidad, en los último tiempos y, en especial, desde que Sánchez accedió al poder, se han invertido las tornas y se ha creado una política de Reagrupación y acercamiento de presos etarras a cárceles cercanas al País Vasco o a esa misma región.
Por un lado, se puede entender esta política una vez desarticulado dicho grupo terrorista y aceptado por parte de algunos de sus miembros encarcelados, lo que según Instituciones Penitenciarias “aseguran que han aceptado la legalidad penitenciaria y que reconocen el daño causado y ha pedido perdón por el sufrimiento provocado”, aceptando entrar en la rueda de los beneficios penitenciarios que concede la Legislación de nuestro país.
Por otro lado, la Asociación de Víctimas del Terrorismo, AVT, pone el grito en el cielo debido que algunos de los 53 etarras trasladados durante el Gobierno de Sánchez carguen a sus espaldas con atentados y delitos de sangre, situación que no pueden aceptar por diversos motivos, entre otros, porque familiares de algunos de los miembros de dicha asociación fueron víctimas de los etarras y también, porque en algunas prisiones ya se han creado grupos de más de una decena de etarras compartiendo la misma prisión, caso como el de Logroño, lo que va en contra de todas las políticas penitenciarias desarrolladas hasta el momento.
Uno de los estos “afortunados” es Iván Apaolaza Sancho, condenado a 123 años de cárcel por el atentado con coche-bomba en 2002, del teniente coronel Pedro Antonio Blanco García y perpetrado por el ‘comando Madrid’; de la condena impuesta ha cumplido 12 años y aún le quedan 23 años por cumplir.
Así las cosas, el Ejecutivo seguirá con este reagrupamiento pactado con algunos de sus socios de Gobierno, por mucho que estas asociaciones se opongan a ello.
Pero, ¿quién está en poder de la razón?, ¿qué conviene más a nuestro país?, ¿es correcta esta política penitenciaria? y si nos pusiéramos en la piel de las familias de las víctimas, ¿qué sentiríamos?
Pero, por otro lado, ¿no ha llegado el tiempo de olvidar y terminar de consolidar una sociedad en paz?
Que cada cual juzgue de acuerdo a sus criterios.