Submitted by jorge on Tue, 13/06/2017 - 06:56
Hay informaciones que aún nos sorprenden.
En Japón, los crímenes brillan por su ausencia, por lo que la Policía, mucho más numerosa que hace una década -15.000 agentes más- habiendo en esa época una tasa de criminalidad bastante más elevada, desarrolla sistemas para detener “delincuentes” que en países con una tasa alta de criminalidad ni se dignarían en estudiar.
En el año 2015 hubo 1 asesinato por arma de fuego en todo Japón, descendiendo desde la década de los años 50 la tasa hasta los 0,3 asesinatos por cada 100.000 habitantes, siendo la de España un 0,63.
Por eso, con 260.000 agentes de Policía pululando por las calles de todo Japón, nos es de extrañar que se presenten 5 de ellos al llamado de una anciana que denunció la desaparición de sus zapatillas del tendedero, o el dispositivo que montó una patrulla de 5 agentes que colocó un coche con las puertas abiertas con una caja de cervezas en su interior y a la vista de los viandantes, para poder atrapar después de un día y una noche de hacer guardia, a un pobre desgraciado que al final picó y trató de llevarse la caja de cervezas: le cayó todo el peso de la Ley encima, en peso y condena.
¿Y a qué se debe esta disminución y aparente inexistencia de delitos?
A su tipo de cultura donde la honestidad y el honor prevalecen, a su estabilidad social con apenas desigualdad y un alto nivel de desarrollo, a la escasa existencia de armas y de drogas (son muy mal vistas socialmente hablando), así como a un sistema judicial operativo y que resuelve el 98% de los casos y donde los jóvenes cometen muchos menos crímenes que sus ancestros de los años 50; por último, existe un gran rechazo de la violencia tras la 2ª Guerra Mundial. Ni siquiera la mafia de los Yakuza se desenvuelve con fluidez, malviviendo sus integrantes del robo y pequeños delitos.
Eso sí, cada tantos años nos sorprenden con alguna matanza masiva perpetrada por algún desequilibrado mental que se encuentra aislado en una sociedad que se coordina con una perfección comparable a una maquinaria de un reloj suizo.
Quizás nos deberíamos dar una vuelta por Japón y asimilar ciertas enseñanzas que no nos vendrían nada mal.