El boss, perdido parte de su poderío durante la cautividad forzada en la que se vio inmerso, quiso recuperar su imperio desgajado; durante ese tiempo, había sido abandonado por su socio y parte de sus lugartenientes. Pero su hermano, igualmente exconvicto, aunque no exdelincuente, muy al contrario, en activo, lo apoyó de manera incondicional junto a algunos de sus antiguos hombres, y organizaron un ataque rapacero contra los intrusos de hoy y amigos de ayer.
De esas muertes que dejó por el camino, no lo libraría ni la divina providencia. Sí, tomó las riendas de parte de su antiguo reino, ahora fragmentado entre los diferentes grupos que habían crecido a la sombra de su propio retiro a la sombra. Y el que buscara por la vía de los ataques carniceros recuperar su feudo, no gustó al resto de dichos planteles de nuevos sicarios. Le tendieron una emboscada, de la que salió tullido de pierna y en búsqueda oficial y corsaria. Huyó, dejando a sus espaldas una amenaza de muertes para un futuro de, ya veremos.
LOS FLORIDA (43)
Fue lo último que hizo antes de desaparecer del circuito en que todos lo conocían, observaban y temían. Envío ese regalo de despedida a sus enemigos más litigantes: su pierna, mantenida en un arcón congelador por si se necesitaba; y ahora era la oportunidad de sacarle un rédito a la escabechina que le provocaron en ese miembro que alguna vez fue suyo y que ahora no era más que un amasijo de huesos astillados, tendones desgajados, músculos apenas visibles, carne rosada y algo de piel con vello. Por ello la envío, empaquetada, enlazada y con papel de regalo de colores vivos, y con un mensajero de confianza, como regalo de despedida. Lo hizo para dejar su impronta, a fin de que no lo olvidaran; él regresaría.
Se rodeó de un equipo de guardaespaldas búlgaros entre los que desaparecía por tamaño y volumen. Necesitaba aún de un par de meses para organizar su huida, junto a su mujer e hijo. Apenas se acercaba por su casa de Rivas, sabiendo que se mantenía vigilada a sol y a sombra. Y cuando acudía, lo hacía infiltrado entre una comitiva de coches oscuros que entraba y salía como si de fantasmas se trataran.