Submitted by jorge on Tue, 17/09/2019 - 06:43
En 2004 vimos morir en la prisión de Herrera de la Mancha a un interno por Tuberculosis. Comía solo, carecía de amigos y nadie se acercaba a él debido a su continua tos. La infección fue paulatina, primero unas toses y a medida que pasaba el tiempo, ese carraspeo fue increscendo hasta que se tornó en un gargarismo ronco sinfín.
Lo trataron en la Enfermería del centro, después lo llevaron al Hospital de Ciudad Real; más tarde murió. Nadie lloró su muerte, nadie se preocupó hasta que la prisión notificó a todos los internos que deberían hacerse la prueba de Mantoux a fin de analizar si alguno más se había contagiado.
No ocurre todos los días, pero la Tuberculosis, una enfermedad que se pensaba erradicada del “1º mundo”, ha regresado desde hace años y se contagia de cuando en cuando, en especial, en las prisiones, centros de cultivo de todo tipo de enfermedades y dolencias.
En estos días, en la prisión de Botafuegos, Algeciras, se ha dado un nuevo caso que, además, resulta especialmente peligroso, ya que el interno afectado de Tuberculosis trabaja en el destino de Panadería, teniendo contacto directo con sus compañeros y funcionarios del destino de Cocina y, por si fuera poco, sale de Permiso a la calle cada 2 meses, 6 días, donde es alojado por una Ong que, por supuesto, recibe a otros internos que quizás también puedan haber sido contagiados.
Si en el primer semestre de este año esta prisión tuvo un récord con 13 casos de Sarna, ahora remata la jugada con este caso de Tuberculosis.
El sindicato de funcionarios de prisiones ACAIP vuelve a insistir en la falta de médicos en prisión y la escasez de controles de enfermedades infectocontagiosas, dado el gran número de internos enfermos deambulando por los patios.
Claro, pero como los que se enferman son los presos, a quién interesa, solo que esta vez el brote ha podido salir de las rejas a la pulcra calle.
https://cadenaser.com/emisora/2019/09/09/radio_algeciras/1568007930_561839.html