Submitted by jorge on Fri, 05/02/2021 - 06:26
Una historia triste de viernes pero que, por los menos, no dejará al ejecutor sin castigo aunque eso a la víctima ya no le reconfortará.
En las prisiones hemos conocido Homicidas y Asesinos de todo tipo y pelaje, unos fríos y calculadores, otros impetuosos e irascibles, algunos que por error o defensa propia mataron, pero en general, o confesaban su crimen desde el primer momento porque se trató de una acción impredecible, o trataban de ocultar el crimen escondiendo el cadáver en un lugar seguro y pergeñando alguna argucia por si algún día eran localizados e interrogados.
Pero el caso que nos ocupa es propio de un asesino inexperto y, por ende, algo tolai, ya que su manera de actuar lo delató desde el primer momento.
El 091 de la Policía recibió hace unos días una llamada donde advertían del hallazgo, cerca del antiguo Mercado de Abastos de Linares, Jaén, del cadáver de una mujer junto a unos contenedores de basura.
De inmediato se personaron los agentes en el lugar de los hechos bajo el protocolo de aparición de cadáver, pero realmente dicho protocolo apenas se activó, ya que nada más llegar y reconocer el cuerpo, los agentes observaron como un delicado reguero de sangre partía del lugar en dirección desconocida.
Y como Hänsel y Gretel en el cuento de los hermanos Grimm iban dejando un reguero de piedrecitas para encontrar el camino de vuelta a casa, los policías siguieron el reguero de sangre a través de la calle y, tras una esquina, pudieron distinguir que las manchas de sangre conducían a un portal al cual accedieron.
De repente, el reguero se interrumpió hasta acceder al ascensor, de ahí a un segundo piso y a una puerta concreta; llamaron pero nadie abrió.
Los bomberos tuvieron que forzar la puerta para encontrarse a un hombre, ensangrentando y esperando a los agentes para reconocer los hechos: había asesinado a la mujer y transportado el cadáver de noche hasta el contenedor.
Aún se desconocen todos los hechos, los motivos que lo indujeron a matarla y si eran pareja.
Se trata de una historia macabra y sin final feliz para ninguno de los dos, y donde queda patente que el hombre poseía pocas luces o se bloqueó después de cometido el crimen, pero quizás, esa falta de coherencia y el parecer a primera vista algo corto de mente, le sirva como eximente a la hora de reducirse su condena, y que si de Homicidio sin premeditación se tratara, pasará una decena de años en prisión y a la calle.
